El Faro de Formentor en Mallorca, diseñado por Emili Pou, comenzó a operar con una óptica giratoria catadióptrica de 12 paneles centrales, ofreciendo una apariencia luminosa de luz fija con destellos prolongados cada 30 segundos. Su inauguración tuvo lugar el 30 de abril de 1863. En 1927, se instaló una óptica con flotador de mercurio que actualmente se exhibe en la exposición de Portopí. La parte giratoria de la antigua óptica se utilizó para una instalación similar en Formentera (La Mola) en 1928, transformando la apariencia del Faro de Formentor en grupos de 4 destellos. El Faro de Formentor ha experimentado cambios significativos a lo largo de los años. En 1971, se realizó un cambio de linterna y nuevamente de óptica. Su construcción fue un desafío debido al entorno agreste y aislado en el que se encuentra. Los obreros trabajaban incluso los domingos y festivos durante su edificación, lo que llegó a oídos del Obispo de Mallorca, quien levantó un altar para que pudieran asistir a misa y seguir trabajando después. En 1962, se instaló una línea eléctrica, pero debido a las fuertes tormentas frecuentes en la zona, esta resultaba inútil con demasiada frecuencia. Finalmente, se optó por utilizar dos grupos electrógenos para garantizar el funcionamiento continuo del faro. En la actualidad, el faro funciona con energía solar y está telecontrolado. El Faro de Formentor ha pasado por una reutilización ingeniosa, ya que las antiguas viviendas de los fareros se han adaptado para ofrecer servicios turísticos. Gracias a su impresionante ubicación, es uno de los enclaves más visitados de Mallorca. Con su plano focal a una altura de 210 metros sobre el nivel del mar, es el faro de mayor elevación sobre el mar en todas las Baleares. Actualmente, el Faro de Formentor es un destacado punto de referencia para los navegantes, con un alcance luminoso de 24 millas náuticas. Su apariencia diurna muestra una torre y casa blancas con una altura total de 22 metros, creando una presencia distintiva en el paisaje costero de Mallorca.
Hasta la segunda década del siglo XX, el camino de servicio para llegar al faro salía desde Cala Murta y era una tortuosa senda de más de veinte kilómetros.