Aún que no sea tan conocido como otros destinos turísticos de la isla, Ariany tiene mucho que ofrecer a aquellos que buscan una experiencia auténtica y tranquila en Mallorca. En este artículo, te guiaremos a través de los lugares de interés y las actividades imperdibles que hacen de Ariany un destino único y especial.
La Plaza Mayor es el corazón del pueblo y un lugar donde se concentra la vida local. Rodeada de edificios históricos y restaurantes acogedores, esta plaza es ideal para relajarse y empaparse del ambiente tranquilo y tradicional de Ariany. Los días de mercado, la plaza cobra vida con puestos de productos locales y artesanías.
La iglesia de San Juan Bautista es una joya arquitectónica que se remonta al siglo XVIII. Su impresionante fachada y su interior decorado con pinturas y esculturas religiosas hacen de esta iglesia un lugar de interés cultural e histórico en Ariany.
Si disfrutas de las caminatas y las vistas panorámicas, no puedes perderte la Ermita de Sant Miquel. Esta ermita se encuentra en lo alto de una colina y ofrece una vista espectacular del pueblo y los paisajes circundantes. El sendero para llegar a la ermita es relativamente fácil y vale la pena el esfuerzo por la vista que te espera en la cima.
Los alrededores de Ariany ofrecen excelentes oportunidades para practicar senderismo y ciclismo. Hay numerosos senderos y rutas de ciclismo que te llevarán a través de campos de almendros y olivos, ofreciéndote una visión auténtica de la campiña mallorquina. Si te encanta estar en contacto con la naturaleza, no te faltarán opciones para explorar la zona a pie o en bicicleta.
Mallorca es conocida por su producción de vino, y Ariany no es una excepción. Aprovecha la oportunidad de visitar algunas de las bodegas locales para degustar los vinos de la región y conocer más sobre el proceso de producción. Muchas de estas bodegas ofrecen visitas guiadas y catas de vino que te permitirán descubrir la riqueza vitivinícola de Ariany.
Una visita a Ariany no estaría completa sin probar la deliciosa gastronomía local. Los restaurantes del pueblo ofrecen platos típicos de la cocina mallorquina, como el "tumbet" y la "sobrasada". No te vayas sin degustar algunos de los productos locales, como el aceite de oliva y los quesos artesanales.